Una concepción del mundo
es una serie de principios que explican la conducta de un
sujeto. Buena parte de la consciencia de la vida cotidiana puede
interpretarse en términos de principios inconscientes en el sujeto. Muchas veces estos principios forman parte de la cultura
del individuo, pero resulta difícil saber con toda seguridad cuál
es la concepción del mundo que impera en esa cultura.
Las concepciones del mundo
suelen tener unas pautas muy específicas. Hubo un intento de que la
concepción del mundo fuera un saber tan positivo como el de la
ciencia pero esto no ocurrió debido al sistema filosófico de Hegel.
No triunfó ya que durante la Edad Moderna se constituyó un
conocimiento científico positivo que se caracterizaba por su
intersubjetividad.
Las concepciones del mundo
no cuentan con la verificación o falsación empírica ni con la
argumentación analítica. La concepción del mundo tiene que dar de
sí una determinada comprensión de las totalidades concretas.
El postulado del
inmanentismo se basa en la concepción marxista del mundo y plantea
que la explicación de los fenómenos debe buscarse en otros
fenómenos en el mundo, y no en instancias ajenas o superiores al
mundo. El primer principio de la concepción marxista del mundo es el
materialismo y plantea que el mundo debe explicarse por sí mismo. El
otro principio es la dialéctica que se inspira en las limitaciones
del hacer científico-positivo.
Todas las culturas, de una forma u otra, tienen concepciones del mundo propias. Es como un sistema de conceptos, ideas, reglas, etc., compartido por todos los miembros de esa cultura. No es más que la forma de enfrentar las situaciones que se dan. Estas concepciones sirven de guión en las vidas individuales y condicionan las actitudes. A su vez, en una misma cultura pueden evolucionar. Ideas que en un momento dado se creían totalmente ciertas, pueden ser desmentidas, por lo que unas concepciones pueden ser sustituidas por otras que expliquen mejor el mundo.
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